La pólemica entre el rugby y el fútbol no es jovén sino añeja. Desde el comienzo de estos dos deportes, dicho sea de paso el origen de uno tiene mucho que ver con el del otro, se los ha comparado para definir cual es mejor que el otro. La idea no es deliberar esa cuestión, sino intentar acércanos a la idea de que el único punto en común que existe entre ambos es que son deportes y están plagados de diferencias.
En el mundo no hay dudas que el deporte predominante es el fútbol. Lo mismo sucede en la Argentina, lo cual tiene que ver con parte de la cultura popular. La popularidad del rugby se extiende como un incendio en el Pacífico pero con mucha lentitud en Europa y América Latina. La razón principal de esta lentitud no es la carencia de maoríes en nuestros países, sino la afinidad entre el fútbol y la cultura popular.
Es una pena, porque el rugby puede aportar a esa cultura varios elementos positivos: en los rigores del scrum, los jugadores reconocen los valores de la amistad, la solidaridad, la iniciativa personal. Y lo más importante de todo, aprenden a controlar la violencia y a respetar en todo momento al rival.
En el rugby, la violencia tiene riendas, dentro y fuera de la cancha. Éste es justamente el objetivo que el fútbol ha perdido de vista. En el deporte que se juega con pelota redonda el ámbito deportivo parece ser más hostil que en el que se juega con pelota ovalada. En el fútbol, a pesar de que los golpes son deliberadamente menores, la agresión verbal y humillante hacia el rival es muchísimo mayor. Las rivalidades son muchísimo mayores.
En cambio, el rugby propone un ambiente de mucho contacto físico pero donde predomina (salvo raras excepciones) el respeto hacia el rival, dentro y fuera de la cancha. Y donde se demuestra claramente en el Tercer Tiempo, algo que sería muy difícil de implementar en el fútbol.
Por último y para no hacer demasiado larga esta columna de opinión, hay que hablar de un punto clave, el árbitro. En el rugby el juez es una institución sagrada y el lema predominante es : "El árbitro siempre tiene la razón" y "Sin el juez no hay partido". Por eso las sanciones a los jugadores que le hablan a un árbitro o realizan alguna indisciplina hacia él van desde 1 a 99 años sin poder ingresar a una cancha de rugby, y generalmente los propios clubes también sancionan a ese jugador. En cambio, en el ambiente del fútbol la imagen del hombre que debe impartir las leyes está absolutamente desvalorizada.
En definitiva, son dos deportes absolutamente diferentes en varios aspectos, pero principalmente en los valores que impone cada uno y que se reflejan en la práctica. La intención no es decir si uno es mejor que el otro, sino marcar porque no se parecen en la mayor cantidad de aspectos posibles.
Correcciones:
ResponderEliminarBien por la nota de opinión. Un tema muy discutible. Se ven tus argumentos, algunos un poco flojos o no del todo desarrollados.
Releer siempre.
Buen posteo en general.